En otra piel: Reto 1

*Con permiso de la admin, abro un nuevo tema para poner el primer reto, para poder tener libre el otro post para quien quiera subir su ficha y participar.

• Título: Encerrados
  
• Ambientación: Ya es de noche. En la calle llueve a cántaros. A gusto del escritor queda decidir la época del año.
  
• Situación: Por ser el primer reto, dejaremos bastante libertad en este aspecto. Lo importante de este reto es que nuestros personajes están encerrados y que, aparentemente, no tienen forma de arreglar su situación. He aquí algunos ejemplos (no es necesario utilizar ninguno, basta con que la historia tenga relación):
  
  
  • Está lloviendo, llegas corriendo a la puerta de tu casa y te pones a buscar las llaves con desesperación. Después de un rato, te das cuenta de que no las tienes. No hay nadie en casa y no para de llover.
    
  • Justo cuando cierras la puerta del coche, te das cuenta de que te has dejado las llaves dentro. Bueno, las llaves, la chaqueta, la cartera y el móvil. No se ve a nadie en la calle y empieza a hacer frío.
    
  • Sales de la ducha y cuando te dispones a salir del baño, te das cuenta de que la puerta se ha quedado atascada. No tienes ropa en el baño, solo la toalla. Gritas, pero nadie te oye, y no cabes por la ventana del baño.
  
  
• Requisitos: Lo dicho: no más de 500 palabras. Persona, tiempo y cualquier otra precisión quedan a decisión de los escritores. Lo más importante es ser coherente con nuestro personaje, hacer que tenga vida propia y no permitir que nuestras ideas influyan sobre él.

En este post se pueden colgar tanto vuestras respuestas al reto como vuestras opiniones sobre los retos de los demás. Cualquiera puede opinar: la clave de este juego es perfeccionarnos como escritores y todas las críticas, buenas o malas, son bien recibidas siempre que sean constructivas.

Para consultar todas las fichas, podéis visitar el post inicial del juego: En otra piel

Gracias a todos por participar y por leer =)

Respuesta al Reto 1
Personaje: Alejandro del Valle

"Mierda, me he mojado, joder, ¿cómo puede llover tanto en pleno junio? Si al final van a tener razón la mierda de los jipys de letras con eso del cambio climático. Buf, menos mal que tengo aquí el coche.

Mi coche es casi como una segunda piel para mí: tengo que admitir que conducirlo me da seguridad. Tanta que no tengo problema en acelerarlo hasta rebasar los límites permitidos en la ciudad, ¿qué más da que vaya un poquito deprisa, si a estas horas no hay ni un solo coche en la calle? Tomo la curva a la derecha apurando al máximo y de pronto oigo un ruido catastrófico, como de carrocería de Golf rayada. ¡Me cago en la puta!

Sin pensar, paro el coche donde puedo y me bajo a comprobar daños, sin preocuparme de la lluvia, ni del pelo, ni de mi camisa de Pepe Jeans, porque lo más importante es el coche. Debería cerrar la puerta, sí, que se me va a joder la tapicería. Y justo cuando le he dado un golpe brusco a la puerta me doy cuenta de que soy imbécil. No, imbécil no, absolutamente subnormal, idiota profundo, gilipollas perdido. ¡JODER!

¿Y las llaves del coche? En el contacto, claro, y las puertas bien cerraditas. Me cago en el puto sistema de cerrado automático… Bueno, siempre puedo llamar a… No. No, no, no, ¡mi móvil también está dentro! Y mi chaqueta, y mi cartera… Dios, no puede ser. Esto no puede estar pasando. Tiro del manillar de la puerta inútilmente, y encima me resbalo por la mierda de la lluvia.

Joder, por lo menos podía dejar de llover, ¿no? Alguien de ahí arriba se tiene que estar escojonando de mí.

A ver, soluciones. Piensa… No, nada, no hay solución posible. No pasa nadie por la calle a estas horas de la noche y no pienso irme andando a casa, ¡ni loco dejo el coche aquí! También podría darle una ostia al cristal, pero no me apetece. De hecho, debo reconocer que me da un poco de miedo, ¿y si me rompo la mano? Nada, nada, mejor lo dejo así.

Así que hago lo único coherente: me siento en el suelo, ya completamente empapado, a esperar a que se haga de día. Qué mierda de sábado. Al menos podían venir a robarme unos macarras, que seguro que saben forzar el coche. Aunque claro, si lo forzaran se lo llevarían… Uf, mejor que no pase nada.

Oigo un ruido, como un búho o algo así, y me encojo un poco sobre mí mismo. Mierda, nunca lo admitiré pero estoy asustado.

Miro el reloj: solo han pasado cinco minutos. Vaya, la noche va a ser más larga de lo que esperaba."

Respuesta al Reto 1
Personaje: Salem B. Von Lekker

Salem se encontraba en una de sus actuaciones. Aunque tiempo atrás anunció su retirada del mundo del espectáculo, no podía negarse a hacer alguna que otra función especial. Sobretodo si era para el cumpleaños de un niño. Todas aquellas caritas redondas y a medio desdentar le miraban con tal emoción que apenas si podía reprimir los saltitos de alegría.
-Señoras y señores –empezó a decir con su voz ya entrenada para hablar tan alto-. Les presento a mi ayudante: Bianca.

La chica apareció en escena, bajo una gruesa capa de maquillaje que impedía mostrar lo ruborizadas que estaban sus mejillas; aquella era la primera vez que Salem le permitía actuar junto a él. Tras las presentaciones, empezaron con trucos sencillitos: sacar el conejo de la chistera, hacer aparecer monedas de detrás de las orejas de los niños, regalarles ramos de flores a las mujeres, el pañuelo interminable…

Pero Salem quería más. Así que decidió hacer el truco de desaparecer él mismo. Ahora que Bianca estaba a su lado, podría hacerlo sin problemas.
-Queridísimo público, ahora me encerraré en esta caja de madera y, cuando Bianca la abra, yo habré desaparecido. Y apareceré detrás del que tenga una piruleta de fresa en la mano izquierda.

Automáticamente todos los niños intentaron cambiar sus caramelos por piruletas y, los más listos, poniéndoselas en la mano izquierda, aunque no tenían muy claro cual era. Salem sonrió para sus adentros mientras entraba en la caja. A Bianca le temblaban ligeramente las manos, así que el mago le guiñó un ojo, susurrándole que estaba suficientemente preparada para el truco.

Pero la que no estaba preparada era la caja. Cuando entró dentro, intentó abrir la trampilla. Estaba atascada, puesto que hacía mucho tiempo que no la utilizaba.
-Bien, Salem, mantén la calma. De una manera u otra tiene que abrirse, puesto que nunca has fallado en tus trucos –empezó a decirse a sí mismo.

Bianca empezó a darle vueltas a la caja, dándole tiempo para salir. Lo que la pobre ayudante no sabía era el mal trago que estaba pasando su maestro. Había empezado a sudar de los nervios y a sentirse completamente encerrado. La claustrofobia que nunca había sentido empezaba a mostrarse.

-¡Patadas! –Se dijo para sí-. Con una buena patada se abrirá.
Pero no dio resultado. La madera estaba tan estropeada que no cedió. Las vueltas cesaron. La portezuela iba a abrirse y él seguía en el interior. Rápido, rápido, piensa rápido.

-¡Aha! –exclamó al abrirse la portezuela, saliendo con los brazos extendidos-. ¡Si todos tenéis la piruleta dentro de la boca no puedo aparecer detrás de vosotros!

Una vez más, la improvisación fue el mejor camino.